He estado sobre los cristales de este mar
tras el inevitable indicio de las gaviotas
una bañera pregona destinos.
Escarabajo negro, amor
un grillo que afina las clavijas agrestes de la palmera
el mar calma la ferviente mirada de hombres y lobos
sobre toneladas de densidad sigue habiendo caracoles.
Era el aire un volcán
y el soneto de lluvia gorgorea en el Olimpo.
Aquellos tan arriba que ni les llueve
solo envían estatuillas de mujer sin mariposas
y la esquela de otoños que guarda el río.
No Nino, el mar es libre desde lo pequeño
follaje sin otoño alguno rompe
cuando empujas un atisbo más de gravedad
la razón de filósofos griegos y poetas románticos recostados sobre París.
El mar es libre de la manera en que un niño comprende astros y cosmos.
*
Habrá una razón astrológica por la que un músico orbita sobre su instrumento
Igual que Plutón orbita sobre los senderos de naranjos
Ayer soñaron todos los niños y todos los perros
El acordeón que vive en los pecios del Danubio suena más lavandera
Que el trombón titubeante en las nubes del Huang He.
Un señor perdido por las lágrimas del Pas debate de alquimia con el globo lunar.
Hoy la farmacéutica lleva el trapo deshilachado de lavar los ojos de las gallinas
Aquí termina el eterno estuario del enamorado Volga
Un epíteto de granos y palmeras cae sobre los riachuelos de Groenlandia
Pasea en el pequeño madroño del cazador y la lechuza
Saltos de agua por las teclas del Tambre
Objetiva nube que arrastra la acuarela por los robledales y hospicios
Ayer volvieron a soñar los tres violinistas con el tulipán en el cráneo de la cabra
Solo ayer
Los ríos de Manrique se llenaron de espíritus puros como el color de las peras
Vuelven ellos, tres flautines en la tumba de un druida
A ver la caída del firmamento en la cabeza de una atalaya
Ayer, susurro de mi pecho de calandrias besan el suyo terruño
Las tres orillas del petricor.
Mario Obrero
Font: Cultura inquieta